Hay un desierto de pan sobre la mesa,
sobre la mesa,
el mar se contiene en tu tazate miro a vos con tu cara de sauce llorón
y me cruje el estómago.
Tengo una sed que me carcome el alma,
una sed que solo tu sudor sabe saciar,
o el elixir escarlata que sale de tu yugular cuando la aprieto.
Tengo hambre de tus órganos,
de un estofado de tu hígado,
o un locro hecho puramente de tus pulmones.
Te miro
todo tranquilo sentado derechito como una monja
ante tu desayuno,
con tu forma de comer de pajarito,
y no puedo sacarme de la cabeza la imágen jugosa y el delicioso olor
que saldría de tu corazón asado,
pero te miro a los ojos
y te miroy te miro
y te miro
y soy capaz de conformarme
con esta galletita de agua.

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